Milenar sítio de paso, las Portas de Montemuro son un punto privilegiado para la observación de la morfología y del paisaje de la sierra de Montemuro. Al sur, con laderas escarpadas, se puede observar el valle del Paiva y avistar algunas de la sierras del centro de Portugal, como la sierra de Estrela, el Caramulo, y el macizo de Gralheira. A norte se destaca el espectacular valle de fractura del río Bestança que nace cerca de aquí, extendiéndose en el paisaje hasta desaguar en el Duero, así como las sierras de Gerês y Marão. En este lugar está erigida la capilla de Nossa Senhora do Amparo, construida en 1758, señalando un lugar de culto de varios siglos.
Las Portas do Montemuro están situadas en la parte más alta de la sierra, y presentan características muy particulares debido a las rigurosas condiciones atmosféricas aquí registradas. En este lugar, entre piedras y rocas de las más variadas formas, se puede encontrar una diversa flora peculiar y rara, como el narciso de Asturias, endemismo ibérico protegido que surge en sierras del norte peninsular de mayor altitud, y que aquí brota puntualmente en grietas entre las rocas con más humedad. También especies endémicas florecen en este paisaje, como la margarita de hojas opuestas, la caldoneira y el encinilla portuguesa. Con relación a la fauna, en estas duras condiciones podemos observar especies como el lagarto ocelado, la víbora hocicuda, el cernícalo o el raro roquero rojo.
También conocidas por “muro”, se supone que las murallas de las puertas sean vestigios de un poblado fortificado de la Edad del Hierro (1200 a. C.), perteneciente al período de la cultura castreña. Posteriormente ha sido utilizado en la época romana y, más tarde, por las fuerzas de D. Anfonso Henriques en las batallas de la Reconquista.