Las turberas son uno de los hábitats más raros y diversos de nuestras montañas. Reliquias vivas de los tiempos de los glaciares, estas son hoy refugio de muchas especies de plantas y animales que aquí prosperan. Localizadas en la meseta de Freita, entre los 950 y los 1050 metros de altitud, algunos han sido constituidas micro reservas por Quercus (Asociación Nacional de Conservación de la Naturaleza). A lo largo de toda la meseta de Freita este raro habitat se desarrolla junto a los cursos de agua, tiñendo de verde las riveras que serpentean entre los macizos graníticos. El esfagno, musgo que constituye los cimientos de las turberas, forma alfombras acolchadas capaces de una enorme retención de agua en sus tejidos. Junto a la casa forestal, un imponente filón de cuarzo de más de 3 metros de ancho rasga la montaña en el sentido NO-SE, testigo de los fenómenos orogénicos que irguieron la sierra de Freita.
Las turberas son lugares excepcionales con muchas especies que solamente prosperan en este ambiente, como es el caso del carex de las turberas, del junco-de las turberas, del tojo y del brezo de las turberas. El cervuno, el narciso de los martillos, la tormentila, la genciana de turbera y el delicado triguillo del agua son algunas de las plantas herbáceas que aquí se pueden encontrar, contribuyendo para su excepcional diversidad. La rocío de sol, delicada planta carnívora, es también típica de estos pequeños paraísos. En los afloramientos graníticos entre las turberas, el roquero rojo es frecuente y el delicado murbequiela florece en las grietas de las rocas. En los aires se ha avistado aquí el águila perdicera, y son frecuentes el halcón peregrino y el ratonero.
Por encima de los 900 metros el maíz escasea por ser muy exigente en sus necesidades de agua. Por esto se han construido acequias que son verdaderas obras de arte, permitiendo transportar agua de los riachuelos de la meseta para los campos de cultivo. En los lugares desfavorables se han edificado acueductos delicadamente esculpidos en el duro granito posibilitando de esta forma ingeniosa traspasar el agua para hacer crecer el valioso cereal.
