Dentro del camping de Fraguinha se halla una de las turberas más bien conservadas al sur del Duero. Las turberas son ecosistemas reliquia del tiempo de las glaciaciones que tuvieron lugar hace aproximadamente 10.000 años, habiendo sufrido una regresión paulatina, y estando hoy en día limitadas a pequeños refugios en las cumbres de las montañas. Son por este motivo muy importantes pues en pocos metros cuadrados contienen especies únicas que no existen en ningún otro lugar. La base de estos ecosistemas son las aguas oligotróficas (pobres en nutrientes) de las cumbres de las sierras que determinan una flora y fauna únicas donde el esfagno, un musgo que es el ser vivo con mayor capacidad de absorción de agua que existe, es el elemento dominante y da origen a la turba, suelo casi 100% orgánico.
La biodiversidad de esta turbera es impresionante, con una población muy importante de narciso de los martillos, algunas gencianas de turbera, matorrales de brezo-de-turbera (muy rara en el macizo de Gralheira y inexistente en Montemuro), cervuno, verónica-oficinal, juncos diversos y especies de carex exclusivos de las turberas. En la rivera fría encontramos algunas especies rupícolas muy interesantes, como la margarita de hojas opuestas, la campanica y los candeleros del diablo. Con relación a la fauna este es territorio de lobo y de corzo, testigos de un Portugal salvaje que se empeña en sobrevivir.
Las terrazas de Póvoa das Leiras, se riegan a través de una antigua acequia con cerca de 3 km que tiene origen en el Parque de Fraguinha, dando lugar a uno de los más bellos paisajes de la sierra de Arada, esculpiendo la vertiente elevada a la aldea en verdes escalones de absoluta perfección.