El río Paivô es un lugar paradisiaco de paisajes deslumbrantes donde la naturaleza nos enseña toda su belleza. El ría Paivô, al que algunos llaman río Paivó, nace en la sierra de Arada, desemboca en la margen izquierda del rio Paiva, rio abajo de la aldea de Paradinha. Tiene cerca de 20 km, y cuenta con diferentes manantiales ubicados entre el Portal do Inferno y la aldea de Cabreiros, en las cumbres de la sierra de Arada. En verano las márgenes de este río son muy buscadas por los bañistas por sus aguas transparentes y frescas, ideales para un buen chapuzón. En sus orillas podemos encontrar los tradicionales molinos de agua para moler la harina para el pan de maíz o broa. Justo al lado de la aldea de Covelo de Paivó, un magnífico pozo nos espera en la curva del río. Río abajo otros pozos motivan a una visita más prolongada al río Paivô, multiplicándose las piscinas naturales y las lagunas de Ponte de Telhe. En este tramo de río, el granito es la roca dominante, y sorprende la belleza de los cantos rodados en el lecho del río y los grandes bloques de curvas suaves que le equilibran peligrosamente en los peñones junto al río.
El río Paivô es un importante refugio de vida salvaje acogiendo en su valle a una manada de lobos que buscan refugio en las zonas menos humanizadas de la sierra para la cría. Las aguas transparentes son el hábitat de barbos, truchas, bogas y bagres, y hasta el huidizo desmán ibérico prospera aquí; el mirlo acuático aprovecha las incontables cascadas y rápidos para cazar; la salamandra común y la salamandra rabilarga buscan alimento en los bosques que rodean al río. Junto al río, la vegetación ribereña incluye a alisos, fresnos, sauces y herbáceas como el androsemo y la palominera. El aderno, que en este lugar forma pequeños bosques, aprovecha las zonas más termófilas y llega a ser dominante junto a la desembocadura, mientras que el feto-labiado solamente existe en las laderas termófilas giradas al sur.
Covelo de Paivó es una aldea que mantiene su esencia rural con verdes pastizales y ganado recorriendo las calles al atardecer. La hermosa iglesia parroquial de S. Pedro es un templo barroco construido en la primera mitad del siglo XVIII siendo probablemente fruto de la reconstrucción de un edificio anteriormente existente. Desde aquí sale un sendero esculpido en el acantilado y que acompaña el río Paivô hasta la aldea de Regoufe. Las grandes losas que yacen en el camino están marcadas con surcos profundos que resultan de los incontables carros de bueyes que en otros tiempos aquí han pasado.