La Livraria da Pena es accesible desde un camino antiguo precisamente llamado “Camino del muerto que mató el vivo”, y que sigue a lo largo del arroyo de la Pena hasta Covas do Rio, en un sendero de 3 km bastante abrupto. A la salida de la Pena se yerguen imponentes peñones verticales que recuerdan libros monumentales apretados unos contra otros. Cada “libro” corresponde a un estrato cuarcítico que data del Ordovícico, hasta cerca de 480 millones de años, y algunos de ellos registran el pasaje ancestral de trilobites y otros animales en las arenas de las márgenes poco profundas del paleocontinente Gondwana. Estos animales han dejado rastros que se pueden observar hoy en las losas giradas al sur, formando icnofósiles.
En el valle que une las aldeas de Pena y Covas do Rio crece una gran diversidad de especies de gran tamaño, contándose más de 20 especies de árboles y arbustos: acebo, avellano, encina, alcornoque, melojo, roble común, almez, nogal común, laurel, saúco negro, álamo negro, fresno, aliso común, abedul, sauce cenizo, lauroceraso de Portugal, sauce, cerezo, castaño, pino, endrino, aliso negro, espino albar y el serbal de los cazadores forman un denso bosque que dificulta la llegada de la luz al suelo. Junto al río son muchas las especies que se pueden encontrar, como la salamandra rabilarga y la rana patilarga. La ballestera, planta rara en la región, es común aquí y los cuarcitos son además el hábitat de plantas rupícolas como los candeleros del diablo y la encinilla portuguesa.
La aldea de Pena forma parte de la red de Aldeias de Portugal®, y es un poblado con casas de pizarra bien preservado, anidado en el regazo apretado del valle, y envuelto por surcos en prados y grandiosos peñones. La leyenda del “Camino del muerto que mató el vivo” cuenta la historia de un ataúd que al ser transportado para el cementerio de Covas do Rio camino abajo, ha resbalado, llevándose con él uno de los hombres que lo cargaba.
