Estructuras fosilizadas relacionadas con actividades como la alimentación, locomoción o reproducción, los icnofósiles de Pereiró son testigo de la vida del período del Ordivício, hace cerca de 470 millones de años en el fondo del océano. Los vestigios aquí presentes son de gran importancia a nivel nacional, presentando una gran diversidad de icnoespecies, destacándose las marcas prominentes de las cruzianas, estructuras relacionadas esencialmente con la locomoción. Estos invertebrados habitaban ambientes marinos hasta dos 200 metros de profundidad. También aquí se destacaban los “ripples”, marcas dejadas por la ondulación, observables en diversas superficies de estratificación.
El río Paiva, en el recorrido desde el manantial en la sierra de Leomil hasta la desembocadura en el lugar del Castelo, abriga valores naturales de gran importancia. Los grandiosos estratos cuarcíticos presentes en los valles encajados del Paiva, debido a su disposición, recuerdan viejas librerías, designándose “Livrarias do Paiva” por este motivo. En estos valles encajados se refugia una diversa vegetación termófila como el madroño, el acicate de olor português, la hierba de gato o el mirto. Muchas de estas especies son vestigios de la vegetación sub tropical de la época del Terciário que han encontrado en estos recantos condiciones para sobrevivir a la dura época de las glaciaciones. La fauna del río Paiva es rica, con peces como la trucha, la boga y el calandino. De las aves que recorren el Paiva se destacan el mirlo acuático, el martín pescador, el cormorán grande o la garza real. Su herpetofauna incluye la rana patilarga, el sapo común, el tritón jaspeado y la culebra viperina. De invertebrados podemos observar la bella y rápida macromia, libélula considerada por muchos como la más rara de Europa.