La falla de Espiunca está en el talud de la carretera justo después del puente sobre el Paiva, en las cuarcitas formadas hace más de 550 millones de años en las profundidades del mar. Hace 300 millones de años, una serie de movimientos orogénicos han levantado lo que es hoy la sierra de Montemuro y el macizo de Gralheira (orogenia Varisca) originando, en el proceso, un sistema de fallas en la dirección NO-SE, NNO-NNE y NNE-SSO. La falla de Espiunca está encuadrada en este último grupo y se desarrolla en el afloramiento junto a la placa que indica la dirección de Alvarenga, siendo visible una importante falla normal con un desplazamiento de 1,7 metros. El río Paiva corre rápido en este lugar, creando uno de los lugares elegidos para la práctica de rafting. La adrenalina de los rápidos alterna con la calma contemplativa de los remansos, proporcionando una experiencia sin par de este río.
El río Paiva tiene en este lugar una formación arbustiva reliquia que es testigo de los tiempos en los que los bosques tropicales dominaban la región: el adernal. Este bosquete es dominado por el aderno, pero cuenta con otros arbustos perennifolios como el mirto, el madroño, el durillo o el rusco, dando origen a una formación esclerófila y termófila que aprovecha las condiciones favorables que se verifican junto al Paiva. Asociada a este hábitat, la mariposa del madroño (la mariposa más grande de Portugal) se puede avistar aquí a partir de la primavera. Junto al río, un importante bosque en galería con alisos, fresnos y sauces es el hábitat para la mariposa antiopa, y refugio de cría para la nutria. En los rápidos del Paiva, el mirlo acuático hace su casa y, en los remansos del río, la libélula macromia pasa de ninfa a imago que, en esta forma alada, empieza a patrullar las aguas en gran velocidad.
Los recientemente inaugurados Pasadizos del Paiva tienen su origen en la aldea de Espiunca, y se prolongan a lo largo de más de 8 km en la margen izquierda del río Paiva, proporcionando la descubierta sin precedentes del río y los paisajes idílicos que le acompañan. Gargantas, rápidos, falsos meandros, cascadas vertiginosas y bosques ribereños se suceden en cada tramo del río, desvelando secretos que sorprenden y encantan a quien visita este santuario natural.