Localizada en el valle del Paiva, la Ermita del Paiva es un notable monumento románico construido en el siglo XII. Fundada por dos monjes franceses, D. Roberto y D. Afonso, la iglesia es lo que queda del único monasterio medieval del orden premonstratense en Portugal, siendo aún posible observar lo que queda de las ruinas de un claustro del monasterio. Esta ermita es también conocida como “Templo de las Siglas” por estar cubierta de símbolos esculpidos por las paredes, probablemente marcas de canteros. Se destacan las numerosas esculturas esparcidas a lo largo de la iglesia, casi de forma anárquica, con representaciones humanas, carrancas, cuerdas y otras figuras geométricas de varios tipos, aumentando así la belleza y el misticismo de este templo.
La Ermita del Paiva, encajada en el valle del Paiva, está situada en un lugar casi idílico. Girada hacia el río, donde los frondosos bosques en galería dominados por alisos y fresnos ayudan a preservar la valiosa diversidad biológica aquí presente, el raro mejillón de río, las libélulas macromia y esmeralda o el martín pescador habitan estos recantos. Río arriba rompe por la sierra de Montemuro el valle que une la rivera de Carvalhosa y el río Vidoeiro, un valle mágico donde robledales únicos alojan especies como el bello camachuelo, el ratonero, el carbonero, el escarabajo ciervo volante o las raras clavellinas deshilachadas.
Cerca de la Ermita del Paiva se yergue un puente con un nombre peculiar. Cuenta la historia que un brasileño, al volver de la emigración adinerado, compró una propiedad en la margen izquierda del Paiva. Decidió entonces construir un puente, ya que no existían buenos accesos. Como el puente se hizo de gran utilidad para la población, el brasileño decidió cobrar peajes y, por ello, aún hoy aquí se yerguen dos pilares que sostenían las cancelas. Y así se ha denominado el Puente del Brasileño.
