La cascada de Aguieiras se origina a partir de la caída de agua de la rivera de Aguieiras que, después de recorrer Alvarenga, cae vertiginosamente sobre las escarpas que ladean el río Paiva, sobrepasando un desnivel de más de 100 metros en sucesivas caídas de agua. La rivera de Aguieiras aprovecha la fracturación ortogonal del macizo granítico de Alvarenga para abrir camino hasta el Paiva. Puede ser contemplada en toda su plenitud desde la margen izquierda de este río, justo al lado del inicio de las escaleras de los Pasadizos del Paiva, donde este río atraviesa el granito de Alvarenga.
En este lugar mágico, con un paisaje impresionante, destacamos cinco hábitats muy interesantes: los afloramientos rupícolas, el bosque en galería, el adernal, el ríos y los terrenos agrícolas en la meseta de Alvarenga. En los afloramientos podemos encontrar la hierba del carbón, los candeleros del diablo y diferentes especies de saxífraga. En el bosque en galería, donde el fresno, el aliso y el sauce son frecuentes, se destacan la libélula caballito del diablo azul y para la mariposa antíopa. En el adernal, el aderno, el árbol de Santa María, el mirto y el madroño constituyen un bosque de arbustos perennifolios que atestiguan el dominio ancestral de estas formaciones en el valle del Paiva. En el río, barbos, bogas, escalos y truchas son frecuentes y forman parte de la gastronomía local. En los campos y caminos agrícolas, la perdiz y la mariposa arlequín se pueden observar fácilmente, comprobando que la armonía entre el Hombre y la Naturaleza crea territorios de gran biodiversidad.
En la meseta de Alvarenga, que beneficia de la fertilidad que proporciona el legendario Rego do Boi, se puede probar la ternera arouquesa que aquí se conoce por el afamado filete de Alvarenga. En esta pedanía cerca del Paiva, con poco más de 1000 habitantes, se multiplican los restaurantes y fincas donde la naturaleza y gastronomía son motivo para una visita demorada.
